Hoy en la web neofranquista La Gaceta de Intereconomía, Fernando Paz firma un artículo expresando las quejas de Mª Eugenía Yagüe -hija de un presunto criminal de guerra [pongo presunto porque hoy en día las querellas están al orden del día]- quejándose de una ignominia. Según dicen, el archivo de su querido padre ha sido secuestrado por la Junta de Castilla y León -gobernada por el PP-. El archivo en su día había sido donado por la fundación que honra la memoria del presunto criminal de guerra y que preside la hija del general. Los socios de la Fundación Mª Eugenia Yagüe Martínez del Campo se quejan de que no pueden consultar los archivos que en su día donaron a la Junta de Castilla y León. El artículo de Fernando Paz es algo enrevesado, no explica en que consiste esas trabas por la que los "fans" de Yagüe no pueden acceder a esos archivos, solo nos aporta la versión de los herederos del general falangista. Cuando se trata de informar, si se quiere hacer correctamente hay que ponerse en contacto con las dos partes.
Por lo visto los archivos han sido trasladados a Salamanca sin el consentimiento de la hija del general:
Es lógico que falten 166 libros de la biblioteca si como dicen los archivos han sido trasladados a Salamanca. El problema es que los hijos de los presuntos criminales de guerra se creen que tienen el derecho sobre los documentos de su ascendencia, cuando esos archivos por Ley debieran pertenecer al Estado. No son simples cartas de amor entre dos novios enamorados. La desidia y el pacto tácito de silencio han obrado a favor para que ciertos archivos no estén custodiados por los archiveros del Estado. No nos olvidemos de la asociación que honra al mayor presunto criminal de todos. La Fundación Nacional Francisco Franco custodia los archivos del caudillo/generalísimo. ¿Estarán todos los archivos a la vista del público?
Fernando Paz sigue empeñado en el tópico del heroísmo de tte coronel Yagüe: "Por entonces, el recuerdo del heroísmo de aquél conductor de hombres forzosamente habría de reconfortar a sus deudos". Poco heroísmo mostró el militar africanista en su ruta de la muerte. Avanzaba en retaguardia y era el último en entrar cuando había sido tomada una plaza. Cuando moros y legionarios entraron a sangre y fuego en Badajoz , Yagüe no dijo aquí estoy yo hasta, mas o menos, las ocho de la tarde. Hacía 7 u 8 horas que Badajoz estaba en manos de los insurgentes. Claro, los jefes son los últimos en entrar, no vaya a ser que los matasen y quedaran sin líderes para continuar con su Gloriosa Cruzada. Lo mismo podemos decir de Puigdéngolas, Sinforiano Madroñero o Nicolás de Pablos. Los líderes son los primeros en ponerse a salvo no vaya a ser que los milicianos se quedaran sin cabezas pensantes para continuar con la defensa de la República. Es muy fácil criticar al que viéndose acosado por un ejército muy superior y temiendo por su vida decide ponerse a salvo. Lo mismo que podemos fácilmente subir a los altares al que con la élite del ejército ataca a unos militares que no ponen mucho empeño en defender a la República y, a unos milicianos dotados de un valor indudable, pero sin disciplina para la guerra. No olvidemos que estamos hablando de la legión, formada por veteranos de las guerras del Rif. Gente militarmente bien preparadas y que en su mayoría sabían lo que era entrar en combate.
Para entendernos bien pondré un símil futbolero. Supongamos que el Barça se ve obligado a jugar en segunda o tercera división. Ganaría la liga sin demasiadas dificultades. No sería un paseo, tendrían que correr durante los 90 minutos de cada partido y seguro que más de un gol les meterían, también sería posible que perdieran algún partido o al menos lo empatasen. Pero sin lugar a dudas ganarían la liga sin mayores problemas. Lo mismo sucedió con Yagüe al menos hasta que lo destituyeron, y al menos hasta que el ejército de la República se recompuso y no pudieron tomar Madrid. Hasta entonces las columnas que venían de África estaban jugando en la 3ª división.
Por lo visto los archivos han sido trasladados a Salamanca sin el consentimiento de la hija del general:
(...) En una decisión que no ha sido explicada absolutamente por nadie, no sólo se mudó el archivo en su conjunto a Salamanca, sino que ni siquiera se han molestado en informar a la fundación que lleva su nombre de dicho traslado (...). En la fundación, lógicamente, temen por el destino del archivo y por lo que, acaso, pudiera sucederle. “De momento” -explica María Eugenia- “nos consta que de la biblioteca faltan 166 libros”. La sensación de los miembros de la fundación es que “nos sentimos estafados y acosados”. María Eugenia no se recata al exponer su opinión: “Para mí, lo que ha hecho la Junta de Castilla León es un robo en toda regla y en mi caso, además, un engaño”. La indignación rebosa por los poros de la presidenta de la fundación Yagüe (...).
Es lógico que falten 166 libros de la biblioteca si como dicen los archivos han sido trasladados a Salamanca. El problema es que los hijos de los presuntos criminales de guerra se creen que tienen el derecho sobre los documentos de su ascendencia, cuando esos archivos por Ley debieran pertenecer al Estado. No son simples cartas de amor entre dos novios enamorados. La desidia y el pacto tácito de silencio han obrado a favor para que ciertos archivos no estén custodiados por los archiveros del Estado. No nos olvidemos de la asociación que honra al mayor presunto criminal de todos. La Fundación Nacional Francisco Franco custodia los archivos del caudillo/generalísimo. ¿Estarán todos los archivos a la vista del público?
Fernando Paz sigue empeñado en el tópico del heroísmo de tte coronel Yagüe: "Por entonces, el recuerdo del heroísmo de aquél conductor de hombres forzosamente habría de reconfortar a sus deudos". Poco heroísmo mostró el militar africanista en su ruta de la muerte. Avanzaba en retaguardia y era el último en entrar cuando había sido tomada una plaza. Cuando moros y legionarios entraron a sangre y fuego en Badajoz , Yagüe no dijo aquí estoy yo hasta, mas o menos, las ocho de la tarde. Hacía 7 u 8 horas que Badajoz estaba en manos de los insurgentes. Claro, los jefes son los últimos en entrar, no vaya a ser que los matasen y quedaran sin líderes para continuar con su Gloriosa Cruzada. Lo mismo podemos decir de Puigdéngolas, Sinforiano Madroñero o Nicolás de Pablos. Los líderes son los primeros en ponerse a salvo no vaya a ser que los milicianos se quedaran sin cabezas pensantes para continuar con la defensa de la República. Es muy fácil criticar al que viéndose acosado por un ejército muy superior y temiendo por su vida decide ponerse a salvo. Lo mismo que podemos fácilmente subir a los altares al que con la élite del ejército ataca a unos militares que no ponen mucho empeño en defender a la República y, a unos milicianos dotados de un valor indudable, pero sin disciplina para la guerra. No olvidemos que estamos hablando de la legión, formada por veteranos de las guerras del Rif. Gente militarmente bien preparadas y que en su mayoría sabían lo que era entrar en combate.
Para entendernos bien pondré un símil futbolero. Supongamos que el Barça se ve obligado a jugar en segunda o tercera división. Ganaría la liga sin demasiadas dificultades. No sería un paseo, tendrían que correr durante los 90 minutos de cada partido y seguro que más de un gol les meterían, también sería posible que perdieran algún partido o al menos lo empatasen. Pero sin lugar a dudas ganarían la liga sin mayores problemas. Lo mismo sucedió con Yagüe al menos hasta que lo destituyeron, y al menos hasta que el ejército de la República se recompuso y no pudieron tomar Madrid. Hasta entonces las columnas que venían de África estaban jugando en la 3ª división.