Abscal junto a lo más granado del neofascismo europeo |
Evidentemente el fascismo de Vox no es clavado al fascismo que se inventó Mussolini, ni es exacto a los planteamientos del nacional socalismo nazi. Les falta un elemento principal: la violencia callejera. Es obvio que corren otros tiempos, pero Vox guarda ciertos paralelismo con el fascismo clásico. Rubén Amón desde El País tiene esta opinión:
Vox es un partido de extrema derecha, en efecto, porque su idiosincrasia se abastece de un modelo nacionalista-confesional que apunta a la supremacía y que se recrea en la retórica identitaria. La discusión del modelo autonómico no obedece tanto a un planteamiento conceptual —el centralismo jacobino frente a la descentralización— como al cuestionamiento de la Constitución y a la evocación de un eje gravitatorio, Madrid, desde el que se vertebra en sentido nuclear la evocación de una España grande y libre, con destellos de autoridad y de ambiciones moralizantes. Abascal y sus costaleros proscriben el aborto y el matrimonio gay, abominan del feminismo y se entrometen en las libertades individualesdesde un paternalismo que huele a incienso y cuartel: Dios, patria y familia.Rubén Amón no los califica directamente como fascistas, sino como extrema derecha, no obstante las características que destaca del partido muy bien las podría firmar cualquier fascsita. Es justo reconoer que el fascismo va más allá y su objetivo final es acabar con la democracia y montar un Estado totalitario. Estos planteamientos no están dentro del programa de Vox, faltaría más. ¿Quién los votaría entonces?
Ni se puede usar la violencia ni amenazar a la democracia para llegar a las instituciones, no estamos en los años 30. Luis Arroyo en Infolibre nos da todas las posibilidades:
Que Vox es un partido de extrema derecha, de ultraderecha o fascista: todo el mundo lo reconoce ya así –veáse cualquier medio internacional presentable– y ese sencillo hecho sitúa ya a Vox fuera del espacio central de la política española.
Que Vox es, por tanto, el partido hermano del Tea Party y Trump, de la extrema derecha francesa de Le Pen, de La Liga italiana y Salvini, y el partido heredero del fascismo europeo de los años 30. Vox es el partido añorado por los franquistas de antaño y los que quedan hoy.
Hoy en España no se puede acabar con la democracia (todavía no), para eso hace falta que en Europa todos esos partidos, que los buenistas no quieren tildarlos como fascistas, gobiernen en sus respectos paises. Si llega ese día adios a las libertades individuales y colectivas.
Estos partidos neofascistas de nuevo cuño -que los cegañutos no quieren ver un peligro en ellos- parecen tener un plan conjunto. El fascismo en los años 30 ascendió con una estrategia que no tiene que coincidir con la estrategia a seguir hoy, pero el fin sí que puede ser el mismo.
Yo pienso hacer caso al historiador y profesor Fernando Hernández Sánchez, si hace falta votar a una patata: YO VOTO A UNA PATATA. Estop fascismo.
Porque sea extremaderecha o fascismo, el futuro con estos energúmenos es muy negro.