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Channel: Badajoz y la Guerra (in) Civil
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Las caras de Belmez y el Santuario Virgen de la Cabeza. Isabel Chamorro pone en cuestión el relato épico del franquismo.

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Poca gente sabe, a no ser que hayan leído el libro Tumbas sin nombre, que las famosas caras de Bélmez tienen conexión con el Santuario Virgen de la Cabeza, pero hoy queremos hablar de otra cosa.

Hace pocas semanas en el programa presentado por Iker Jiménez, Cuarto milenio, emitieron dos capítulos especiales sobre las caras de Bélmez. Allí nos explicaron como una familia completa, los cónyuges y nueve hijos, partían al Santuario Virgen de la Cabeza montados en un carro de tracción animal. El cabeza de familia era un guardia civil que partía con toda su familia para adherirse al golpe de Estado contra la República. Una vez instalados en el santuario y después de varios meses de asedio, el hambre empezó a hacer estragos, el padre y guardia civil que partió desde Bélmez para rebelarse contra la República, decidió salir del santuario con dos de sus hijas para buscar alimentos. Evitando el fuego de las milicias republicanas, encontraron hierbas silvestres y los tres decidieron saciar su hambre. El desconocimiento les llevó a la muerte directa. Aquellas hierbas que ingirieron era un veneno implacable, cicuta. Regresaron al campamento y allí fueron atendidos por el doctor Liébana, médico refugiado en el santuario. Tras una terrible agonía murieron en unos tristes camastros.

Esa es la versión que ofrecieron en Cuarto milenio, y que más o menos podemos encontrarnos en el libro Tumbas sin nombre. Pero tenemos otra versión menos épica pero igual de desatrosa.

De Bélmez al santuario Virgen de la Cabeza hay unos 150 kms, Isabel Chamorro, una de las dos supervivientes de la familia Chamorro, la otra fue una hermana mayor que ya murió, ha contado otra versión: no viajaron en un carro hasta el santuario, según Isabel, les recogió un camión. Su padre no murió atendido por el médico del santuario, sino que murió en el campo junto a una de las dos hijas que le acompañaban, otra hermana si pudo regresar y esta si pereció dentro del santuario, pero no en una cama, sino en el propio suelo, que era donde dormían. A esta niña si la pudo ver el doctor Liébana.

Este relato, es igual de desastroso pero menos épico. El error de Iker y del otro autor del libro, Tumbas sin nombre, es que para confeccionar la historia de la familia Chamorro se basan en el libro escrito por un combatiente franquista"El Cerro de los héroes" de Julio de Urrutia Echaniz

Julio de Urrutia Echaniz (Padre de Jaime Urrutia, Gabintete Caligari) , fue alférez provisional en el ejército franquista. Cayó preso en 1937 y en el Penal de San Miguel de los Reyes de Valencia, conoce a supervivientes del santuario que le cuentan aventuras y desventuras de lo sucedido durante los nueves meses que permanecieron sublevados por el fanatismo del capitán Cortés.

capitán Santiago Cortés
Las milicias republicanas instan al capitán Santiago Cortés rendirse y este se niega en rotundo. unos 300 golpistas con el uniforme de la guardia civil -según Iker jiménez y cia) se hacen fuerte en el santuario con alrededor de 900 civiles entre los que habían mujeres y niños -si fuese al revés los neofranquistas dirían que las mujeres y niños eran escudos humanos-. El capitán Santiago Cortés se niega a rendirse y prefiere esperar el auxilio de Queipo de Llano, auxilio que jamás llego. Tuvieron que ser terribles los nueve meses de asedio, pero el fanatismo militar en algunas ocasiones no conoce límites. Al final las milicias republicanas logran rendir el santuario, El capitán Cortés que fue herido el último día del asedio fue detenido y trasladado a un hospital de sangre muriendo al poco tiempo

En Badajoz tuvimos una situación parecida. Un número similar de guardias civiles y guardias de asalto se hicieron fuerte el 6 de agosto en el cuartel de Santo Domingo. El ejército leal y las milicias intentaron la rendición de los golpistas haciendo fuego contra el cuartel y lanzando amenazas contra la familia de algún militar traidor, también amenazaron con hacer saltar por los aíres el cuartel. Aquí los golpistas fueron más inteligentes, se rindieron y salvaron la vida propia y la de los familiares que les acompañaban.

Julio de Urrutia Echániz en un alarde de imaginación -después de la guerra sería directivo de la Asociación de la Prensa y crítico taurino de La Actualidad Española- contó una versión épica de la muerte de Chamorro y de sus dos hijas:
(...) Pepe Liébana atendió a los tres intoxicados durante sus terribles intoxicaciones..., pupilas puntiformes,ojos en estrabismo convergente y saliva rosácea (...). El cuadro era desgarrador en extremo. El liquido volvía al exterior ligeramente coloreado por una sustancia rosa fuerte (...) Juana fue presentando los mismos síntomas que su padre y hermana (...).
Según contaban, cuando Chamorro salió con sus dos hijas a buscar alimentos corrieron gran riesgo por el fuego republicano, sin embargo, cuesta creer que el guardia civil saliera del refugio que les proporcionaba el santuario acompañado por dos de sus hijas poniendo en peligro la vida de ellas.

A Iker Jiménez y a Luis Mariano Fernández, autores de Tumbas sin nombre, habría que advertirles (a no ser que sean fans de la literatura de Arrarás y companía), que el relato épico y glorioso que escribieron los vencedores es un relato falaz y sesgado.

Fue una locura sublevarse con la familia a cuestas. Franco fue más listo, primero puso a su familia a salvo y después se sublevó.






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